En pleno comienzo del Adviento, el Señor nos brinda una oportunidad de oro para darle una vuelta a nuestro lema: “Siempre Alerta”. Estos días de pre-navidad la Palabra de Dios insistirá una y otra vez sobre la idea de “estad preparados”. Por ejemplo, en Mateo: «Estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.» (cf. Mt 24, 36-44). Lo escucharemos de muchas maneras distintas durante el Adviento. Esto es porque este Tiempo Litúrgico aprovecha la cercanía de la Navidad no solo para que nos preparemos a celebrar que Jesucristo «se hizo carne y habitó entre nosotros» (cf. Jn 1, 14) sino también para recordarnos que debemos permanecer despiertos, alerta, esperando la venida definitiva del Señor. Es decir, que no debemos esperarle de brazos cruzados -como quien espera al autobús- sino que debemos esperarle despiertos, preparados, en acción.

Baden Powell quiso que el lema de los Scouts fuera «Be Prepared!» (que podemos traducir como “¡estad preparados!”, “¡siempre listos!”, o “¡siempre alerta!”), algo muy parecido a lo que dice el Evangelio: el Scout no se cruza de brazos, está alerta para servir.

Él mismo explica en “Escultismo para muchachos” que el lema “siempre listo” significa que «estaréis siempre preparados -mental y físicamente- para cumplir con vuestro deber. Siempre listos mentalmente mediante de la disciplina, siendo obedientes a las consignas que os den y siendo previsores sobre cualquier contrariedad o incidencia que pueda ocurrir, de tal manera que podáis hacer lo adecuado en el momento preciso y tengáis la voluntad de ejecutarlo. Siempre listos físicamente, haciéndoos fuertes, activos y capaces para ejecutar la acción adecuada en el momento oportuno.» Y en otro lugar añade: «Los Scouts sois muy parecidos a los caballeros y sus seguidores, especialmente si ponéis siempre por delante el honor y hacéis todo lo posible por ayudar a los demás. Vuestro lema es “Estad Preparados” para hacer esto, y el de los caballeros era parecido: “Estad siempre listos”.»

Como puedes ver, Baden Powell dio al lema un significado meramente humano -lo cual está muy bien-, pero nosotros, como creyentes, estamos llamados a mirar más alto para poder ver, además, lo sobrenatural, porque aspiramos no solo a la generosidad y al servicio, sino también a la santidad. Por eso Jesús nos enseña q

ue no solo debemos estar preparados para servir y amar al prójimo, sino que debemos estar preparados para servir y amar a Dios en el prójimo: «Todo lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, me lo hicisteis a mí.» (cf. Mt 25, 31-46).

Durante el Adviento no solo estamos preparando la celebración de la Navidad, estamos recordando que esperamos el regreso glorioso de Cristo, y que lo hacemos sirviendo, amando, preparando, haciéndole caso. El primer domingo de Adviento (1 de diciembre) escucharemos el evangelio de «Estad preparados.» (cf. Mt 24, 36-44); el segundo domingo (8 de diciembre) oiremos el «Preparad el camino del Señor.» (cf. Mt 3, 1-3); al siguiente (15 de diciembre) «Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti.» (cf. Mt 1, 2-11); y el último domingo (22 de diciembre) se proclamará el nacimiento de Jesucristo (cf. Mt 1, 18-24). Cuatro palabras para este Adviento: prepara, prepara, prepara, la llegada de Cristo. No te cruces de brazos: ¡Siempre Alerta!

En Navidad celebraremos que el Hijo de Dios se hizo carne y nació, como un recordatorio de que Él volverá. Y volverá por sorpresa: ¿cómo te va a pillar? Te invito a ponerte alerta y manos a la obra, y pensar cosas concretas que puedas hacer (tú solo o con tu unidad) este adviento para prepararte y preparar el camino al regreso glorioso del Señor. Te propongo algunas ideas:

Rezar detenidamente con, al menos, los evangelios de estos cuatro domingos de adviento (te he puesto las citas un par de párrafos más atrás). Si no sabes cómo hacerlo, acércate al sacerdote de tu grupo y pregúntale. Y, si ya lo sueles hacer, pues mira más alto: ¿y si lo haces con el evangelio de cada día?, o ¿y si vas más a misa todos los días?, o ¿y si te atreves a ir a una Adoración Eucarística?, ¿y si rezas el ángelus cada día? ¿y algún rosario? El caso es que te plantees algo más de lo que haces: este adviento ponte más en las manos del Señor.

Aprender, formarte, para hacer lo mejor: apuntarte al grupo de jóvenes de tu parroquia, o quedar con tu sacerdote para preguntarle tus dudas, o ir a un retiro o charla de adviento de las que se organicen cerca de ti, o investigar y preparar una nueva técnica para enseñarla en tu unidad, o formarte mejor en alguna parte de la pedagogía scout para servir mejor.

Ofrecerte para servir (sin olvidar que “el deber del Scout/guía empieza en su casa”): ayudar a montar el Belén o la decoración de la parroquia o colegio, organizar una visita a los ancianos y cantar villancicos o llevarles algún detalle navideño, ayudar en algún comedor para necesitados o hacer bocatas para llevárselos visitándoles en la calle, organizar una recogida de alimentos o de ropa o de juguetes para Cáritas de tu parroquia.

Prepara, prepara, prepara, la llegada de Cristo. No te cruces de brazos: ¡Siempre Alerta!

Padre Abrahám Cruz               

Consiliario Religioso Nacional