Las murallas de la ciudad medieval de Montblanc, situada en Tarragona, y el pueblo de Alcorcón en Madrid, se han convertido este fin de semana en el poblado de los hombres para los lobatos y lobatas de España, que han vivido un nuevo Khanhiwara al lado de sus hermanos de las diferentes regiones de España.
Llegó el gran día. A las siete y media los primeros aullidos resonaban por el claustro y el colegio, y tras el desayuno, todo estaba listo para empezar una nueva aventura. Con todos los lobatos reunidos por manadas, apareció Tha, el primer elefante, con una misión para ellos. Hace mucho tiempo, la selva y los hombres de la tribu de Khanhiwara habían llegado a un pacto para destruir todas las armas para dominar a los animales, y el rey de la selva había escondido las instrucciones para llevarlas a cabo. Muchas lunas después, los hombres del Khanhiwara habían cambiado y querían encontrar las armas para volver a dominar la selva.
Sin tiempo que perder, y con la misión de mantener la paz en la selva, los lobatos y lobatas fueron en busca de las instrucciones por toda la ciudad en diferentes equipos. No estarían solos, pues los amigos de Mowgli les ayudarían a encontrarlas. Eso sí, para conseguir su propósito, los lobatos no lo tendrían nada fácil.
A lo largo de la jornada, los pequeños se fueron encontrando todo tipo de retos que solo podían conseguir trabajando en equipo y poniendo a prueba todas sus habilidades. Sin embargo, el mal acechaba constantemente el interior del pueblo amurallado y del pueblo madrileño de Alcorcón, pues los hombres vigilaban de cerca todo lo que hacían los lobatos y lobatas. Con la unidad y hermandad, las manadas consiguieron reunir por fin todas las armas, tal y como se les había encomendado, y tras una intensa jornada, volvían a reunirse todos para celebrarlo. Con la noche, llegó el momento de la fiesta. Nada mejor que una velada llena de cantos y juegos para celebrar que la paz había vuelto a la selva.
Tras la intensa jornada del sábado, sólo quedaba cerrar un gran fin de semana por todo lo alto. Tras la misa matutina, en la iglesia del pueblo, Santa María de Montblanc y la Iglesia del Colegio Juan Pablo II, era momento para inmortalizar otra acampada inolvidable. Los más de cien lobatos formaron en una formación gigante en la plaza y en el colegio ante la llamada de sus viejos lobos, para recibir las preciadas cintas del Khanhiwara, para acabar, una alegre despedida ante la atenta mirada de los pueblerinos. Así después de comer, subían todos los lobatos al autocar de vuelta a casa, recordando todo lo vivido, y dispuestos a explicar a familiares y amigos todas las aventuras que les había deparado la selva.