La última semana de Agosto, tres Akelas procedentes de Madrid, Toledo y Barcelona tuvimos la suerte de poder participar en Bélgica del Seeonee, es decir, el campamento escuela de preparación (CEP) de tercer grado de rama amarilla. A diferencia de los dos primeros CEPs, en este se profundiza más en el método que se usa en el escultismo, por tanto fueron unos días de indagar en el porque de lo que hacemos, en entender e ir a la raíz de la pedagogía, siempre aplicado y aterrizado en nuestro caso a la rama amarilla. De esta manera, al finalizar este campamento y junto a la realización de los diferentes trabajos que se han de llevar a cabo, al participante se le considera capaz de poder hacer una transmisión de la pedagogía de esta rama. Voy a resumir aquí desde mi punto de vista cómo ha sido esta experiencia.

El día 21, después de un poco más de dos horas de vuelo llegamos al Aeropuerto de Bruselas Charleroi, donde nos vino a recoger un hermano scout de Bélgica, Xavier, que sería uno de los formadores del campamento. El trayecto en coche fue el prefacio de la semana que estábamos a punto de vivir, puesto que empezamos a sentir la fraternidad que estaría presente durante esos días y a presenciar también los paisajes característicos belgas. Junto a otros hermanos polacos, fuimos de los primeros en llegar al campamento. Como empezaba al día siguiente, pudimos coger fuerzas y empezar a situarnos en la preciosa zona donde viviríamos nuestro Seeonee.

A la mañana siguiente empezaron a llegar los demás participantes, y acabamos con las instalaciones comunes antes de la Santa Misa de las 12:00 horas. Otro momento importante de la primera jornada fue la entrega de las pañoletas, en nuestro caso grises con una tira amarilla. Para mí fue un momento realmente impactante, ya que significaba un paso más en mi progresión como scout, un paso que como diré después, me une más con la asociación y me hace ser más fiel en mi servicio. Después de comer, nos distribuimos por equipos de 4-5 personas con las que haríamos los servicios, actuaríamos en las veladas, etc. También con los que compartiríamos la cena, por tanto teníamos que hacer nuestra mesa para comer y una mesa de fuego. Esto fue bastante novedoso para algunos de nosotros, al menos para mí, puesto que nunca había hecho una. Al finalizar las instalaciones y después de hacer la hora ruta/momento luz empezamos a preparar la cena. El día llegaba a su fin, y en torno a un fuego acabábamos la jornada cantando y contando historias, al más puro estilo scout.

El Lunes ya tomamos la rutina habitual de lo que sería nuestro Seeonee, la Santa Misa a las 7.30h, sobre las 8.15h cogíamos fuerza con un buen desayuno y después con la izada de banderas dábamos los avisos en la formación de la mañana con las indicaciones para el día. Seguidamente, teníamos unos 40min para debatir sobre un punto pedagógico, de temáticas muy variadas, desde el papel de la ley de la manada, hasta la influencia del incremento del uso de las tecnologías para nuestras unidades, etc. A continuación, teníamos la primera charla del día, de unas 2.30h aproximadamente, con siempre una pausa en medio para hacer un café, comentar algún punto de manera más distendida o hacer algún juego o danza. Al acabar la primera charla con el Ángelus, era el momento para los servicios y también para seguir debatiendo y compartiendo con los demás asistentes. La hora de la comida era conjunta, hecho que estaba muy bien porque permitía encontrar momentos para hablar con todos los integrantes del campamento. Ya con las pilas cargadas y con un café en la mano, tenía lugar la segunda sesión que, como en la primera, también teníamos un momento para hacer un descanso. 

 Con todo lo aprendido necesitábamos un momento más pausado y tranquilo para llevar a la oración todo lo vivido en la jornada, para entrar en diálogo con el Señor y crecer cada uno en su vida espiritual. Tuvimos mucha suerte porque disponíamos de casi una hora todos los días para la hora ruta/momento luz, hecho que se agradece puesto que estos campamentos hay muchos detalles sobre los que rezar. La última parte del día era un momento para los diferentes equipos formados, donde preparábamos la cena y dábamos rienda suelta a la imaginación con los sketches para nuestra actuación de la noche. Como en toda actividad scout, el día se acaba con el momento de la velada que, a diferencia de en España, podíamos hacerla siempre bajo un buen fuego, hecho que se agradecía mucho, especialmente con el clima lluvioso que nos acompañaba casi cada día. Con la oración de la noche dábamos por finalizada la jornada y volvíamos a nuestras tiendas deseosos de poder descansar y coger fuerzas para el día siguiente

A pesar que todos los días seguíamos el mismo horario no se hizo para nada rutinario, porque cada día era diferente por una cosa o la otra, las vivencias siempre se iban renovando por muchos motivos. Por ejemplo, todos los días venían scouts o guías experimentados en los temas para darnos las charlas. En este sentido, tuvimos la suerte de que nos impartiera una sesión el anterior comisario Federal de la Asociación, Martin Hafner, que nos habló de la responsabilidad del jefe y su rol principal. Contamos también con la presencia de la responsable de los campamentos de formación de Bélgica o la Comisaria Adjunta del Comisario Federal. Sin embargo, este tercer grado donde hemos tenido la oportunidad de participar – imagino que como en cualquier otro – no nos hemos llevado sólo conocimientos de unas charlas concretas o unas nuevas técnicas (un día hicimos un horno para cocinar), sino mucho más. En primer lugar, cómo toda actividad internacional sales con una visión diferente, ya que experimentas cómo hacen lo mismo que tú en otros países y asociaciones vecinas, así que te abre la mente de manera considerable en todos y cada uno de los detalles presentes en nuestra pedagogía.

Además, en esta actividad internacional, a pesar del miedo inicial de ir allí sin conocer a nadie, sales con la sensación de haber estado en casa con gente que conoces desde hace mucho tiempo, aunque hayáis compartido sólo siete días. Así pues, tomas realmente conciencia de la gran fraternidad que construimos en la UIGSE. Por otro lado, me ha ayudado a tener una concepción más general de toda la trayectoria scout, entender las diferentes ramas integradas y el papel tan importante que tenemos como jefes. Con todo, me ha hecho confiar todavía más en el escultismo, en la gran tarea educativa que hacemos y todo aquello que somos capaces de hacer. Ante esta situación no me puedo quedar con los brazos cruzados y, como decía antes, ahora siento una cierta responsabilidad por velar por nuestra pedagogía y nuestros jefes. Eso sí, siempre desde la humildad y, como se dice en la Partida Róver, “sin abrumar a los demás con el peso de tu descubrimiento”. ¿Qué toca ahora? Sin duda seguir digiriendo todo lo aprendido, pero sobre todo seguir con mi formación en todo lo que a nuestro escultismo se refiere. Doy gracias a Dios por esta gran oportunidad que me ha brindado y por todas estas experiencias que me ayudan a ser mejor scout

Texto y fotos: Pau Artes Coma. ETN Comunicación