El pasado fin de semana, la música y el buen ambiente se apoderaron del silencioso  albergue de los carmelitas de Castellón. Entre las paredes del convento, se forjaron dos días de esos que siempre saben a poco con el reencuentro y el aprendizaje como protagonistas. Unos treinta jefes de las diferentes regiones de nuestra asociación formaron parte de la segunda edición del fin de semana de formación musical y dirección, impecablemente organizado por nuestro Equipo Técnico Nacional de Música y Sonido, con el objetivo de profundizar en dirección de cantos para poder aplicarlo a las distintas unidades. “El scout sonríe y canta ante las dificultades”, fue el principio de la ley que sin duda definiría a estas intensas jornadas, que bajo la batuta de los responsables del coro nacional, resultó una vez más un éxito para los miembros de rama roja, en uno de esos fines de semana que saben a poco por todo lo vivido.

Divididos en dos grupos para agilizar el aprendizaje, nuestros jefes agotaron sus gargantas y brazos, disfrutando a más no poder de las lecciones impartidas en las salas del albergue. A primera hora del sábado, las primeras notas empezaban a corretear por los jardines del hospedaje en un día soleado que invitaba a cantar a los árboles. Tras un intenso ensayo de poco más de dos horas, tocaba coger fuerzas, y una pasta a la carbonara resultaba la mejor medicina para nutrir a los miembros del coro. Entre mordisco y mordisco, deambulaban por la mesa las sensaciones del curso entre los jefes de las distintas regiones, hablando de las respectivas unidades, y hasta soltando alguna que otra carcajada. Y tras la comida, vuelta a la carga, con otra batería de canciones, que poco a poco se animaban a dirigir cada uno de los participantes. Habiendo ensayado por grupos, era turno de juntar fuerzas y realizar la opera prima del fin de semana. Repartidos por voces, y con la grabadora preparada, el director da las primeras notas de Gaudete, uno de los temas más sugerentes del repertorio.

Tras la grabación, qué mejor que un descanso, y más con vistas al mar.

La inevitable atracción del mar castellonense conduce a ir a la playa de Benicássim, donde se hará la hora ruta. ¡Un auténtico placer!

La tarde resulta un momento ideal para la oración y el descanso de nuestros jefes, que bajo un sol radiante y acompañados por la tranquilidad del mar, se disponen a reservar un momento para ellos. En un abrir y cerrar de ojos, nos volvemos a encontrar, ahora con cierto cansancio entre las venas, en la sala de ensayo. A pesar del agotamiento, poco a poco vuelve a surgir esa euforia al ritmo de los últimos cantos del día. Un día, que tras la cena es rematado por el momento más distendido en cualquier actividad scout: la velada. Ahí, las actuaciones se entrecruzan con las risas y el humor, que se van diluyendo entre los primeros bostezos que invitan a ir a la cama.

Al día siguiente, toca madrugar, y acabar de rematar la faena. Con los conceptos ya consolidados, llega la prueba de fuego: cantar en misa. Ahí, los cantos dejan boquiabiertos a los asistentes, que con alguna lagrimilla, nos despiden con aplausos, y pidiendo alguna que otra foto a los artistas. Con la hora de comer, se acerca el final de otro memorable fin de semana para nuestros jefes, que casi sin poder saborearlo, ven cómo se convierte en un recuerdo más.

Un fin de semana intenso, lleno de reencuentros y buen ambiente, que calará en la memoria de los participantes, que vuelven a casa con una mochila cargada de aprendizaje musical para descargarla con sus unidades.

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Óscar Llena, Clan interjefes San Benet (Barcelona)              

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